sábado, 16 de agosto de 2008
A 63 años del bombardeo nuclear de Hiroshima y Nagasaki
Además de los efectos inmediatos de estas bombas, rápidamente comenzaron a aparecer alteraciones en la salud de las personas supervivientes, entre ellas síndrome agudo de radiación, hematomas, diarreas, pérdida total o parcial del cabello, disminución de los glóbulos blancos, cansancio generalizado... Todavía actualmente, muchos supervivientes siguen afectados y sintiendo los efectos de las explosiones, con graves afecciones como anemia, leucemia y tumores malignos, además de graves trastornos psíquicos en muchos casos.
Los bombardeos no tenían utilidad militar y se dirigieron a la población civil, por lo que eran absolutamente contrarios al Derecho Internacional Humanitario (DIH), aparte de experimentos de una tremenda crueldad. Su objetivo era demostrar la superioridad política y militar de Estados Unidos en el mundo que salía de la II Guerra Mundial.
La mayoría de estas armas están en manos de los cinco países miembros del Consejo de Seguridad de la ONU (Estados Unidos, Francia, Reino Unido, Rusia y China), además de India, Pakistán e Israel. El elevado valor simbólico que se concede a estas armas hace que aumente su proliferación: como estos países no quieren cumplir sus compromisos internacionales y dar pasos claros hacia el desarme nuclear, otros tratan de hacerse con ellas para no quedar en inferioridad de condiciones. El resultado es un mundo mucho más peligroso.
Un caso actual con el que se pone de manifiesto el riesgo de esta proliferación es Oriente Medio. Israel es una potencia nuclear que podría tener unas 200 armas atómicas, aunque nunca lo ha reconocido. Ahora Irán, su gran rival estratégico en la región, desarrolla un programa nuclear que afirma que tendrá usos civiles, pero que eventualmente le permitiría en el futuro acceder a un programa de armamento.
Las aspiraciones iraníes y la situación en Israel han generado una onda expansiva en todo Oriente Medio y el mundo árabe: Egipto, Jordania, Marruecos, Libia, Argelia, Arabia Saudí y los Emiratos Árabes Unidos, entre otros, quieren desarrollar programas atómicos. Precisamente este último país ya ha comenzado a buscar las posibles ubicaciones para las instalaciones. Tanto los programas ya existentes como los planeados amenazan la paz y la estabilidad en una región que ya es lo suficientemente volátil.
Greenpeace se fundó en 1971 con el objetivo de lograr un mundo libre de las amenazas de las armas nucleares y la energía nuclear.
— Greenpeace
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